¿Alguna vez te conté de Laura? Una vez me llamó por la tarde, súper angustiada… Me dijo algo así como: “Tío, no entiendo, tengo el currículum perfecto, mando correos impecables, pero nunca avanzo en las entrevistas. Siento que no conecto, que no paso esa barrera invisible con los equipos.” Uf. ¿Te ha pasado algo así alguna vez? A mí sí. Y mira, después entendí que lo más importante no era solo qué decimos, sino cómo lo decimos, y sobre todo, en qué momento y con qué tipo de comunicación estamos jugando.

¿Quieres saber cómo todo esto puede cambiar tu día a día en el trabajo? Pues… acompáñame, que aquí vamos a hablar de Tipos de comunicación y cómo, si los entendés y usás bien, puedes pasar de sentirte invisible a brillar en cualquier equipo.
Comunicación que transforma
Imagina tu carrera profesional como una serie de puertas. Algunas se abren fácilmente, otras no tanto, y ¿sabes cuál es la llave maestra? Comunicar bien. No solo en las entrevistas—también cuando pides feedback, propones una idea, o te toca dar una mala noticia.
De hecho, rompamos un mito: la Importancia de la comunicación no es solo poder decir lo que piensas. Es saber escuchar, conectar, y adaptar tu mensaje. Esa es la magia. Cuando le das valor a este pequeño gran arte, tu trabajo (y tu vida) cambia para mejor.
Y no… no hace falta volverse orador TED para aprovecharlo, ¿eh? Vamos juntos, a descubrir los tipos y cómo usarlos, como si te contara trucos entre café y café.
Los tres grandes: ¿cómo nos comunicamos?
Vamos con lo básico. ¿Sabías que no existe un solo tipo de comunicación? Qué va… Hay varias formas, y ninguna es mejor en sí, solo dependen de la situación. Veamos los más comunes, con algún ejemplo que seguro te suena:
La palabra: comunicación verbal
Esta es la estrella de muchas oficinas. Hablar, presentar, debatir. Pero aquí hay dos caminos:
- Oral: Lo típico: el tú a tú, reuniones, entrevistas, videollamadas. Requiere claridad, escuchar y, ojo, elegir bien las palabras (y el tono).
- Escrita: Email, chat, reportes. Aquí cuenta la estructura y la precisión, pero también el saber poner la pausa o el saludo correcto. ¿Nunca has sentido que un email frío destroza cualquier ánimo de colaborar?
Ejemplo real: el email que sí conecta
Te pongo un caso. Pablo quería feedback de su líder. Mandó esto: “Hola. ¿Me puedes decir si lo estoy haciendo bien? Gracias.” Resultado: ni respuesta. Probó de nuevo: “Hola Ana, ¿tienes un momento para comentar mis avances? Me gustaría mejorar X y escuchar tus ideas. Muchas gracias.” Fue directo, claro, pero también respetuoso y cálido. ¡Funciona, créeme!
Mucho más que palabras: comunicación no verbal
A veces las palabras sobran… o mienten. ¿Sabías que la mayoría de lo que transmitimos no sale de nuestra boca? Aquí entra la postura, los gestos, la mirada, hasta la forma de sentarse en la reunión. Si cruzas los brazos y evitas mirar… ya estás diciendo mucho, aunque no digas nada en voz alta.
Piensa en las entrevistas: ¿Quién te inspira más confianza, una persona rígida mirando a la mesa, o quien presencia con los ojos y acompaña con gestos suaves? Exacto.
El poder oculto: comunicación paralingüística
Aquí entra lo más sutil: el tono, el ritmo, la velocidad… ¿Cómo dices “Gracias”? No es igual un “gracias” apurado que uno pausado y sonriente. Esto puede salvar (o arruinar) una reunión o un chat con tu jefe.
Si quieres hilar más fino todavía, échale un ojo a elementos de la comunicación, ya que este tipo de detalles—como el código, el canal o el contexto—son la salsa secreta de cualquier mensaje.
Estilos que marcan la diferencia
Hasta aquí tenemos los “tipos”, pero… ¿cómo los usas? Porque no es solo elegir hablar o escribir, sino cómo lo haces. Aquí es donde entran los estilos principales, esos que te pueden hacer destacar (o hundirte) en el trabajo[1]. Y ojo, todos los usamos, a veces sin darnos cuenta:
- Asertivo: Claridad, respeto, decir lo que piensas sin pasar por encima, pero sin callar lo importante. Es el favorito en la vida profesional, porque abre puertas, crea equipo y resuelve líos antes de que sean incendios.
- Pasivo: No expresas tu opinión, dejas que otros decidan, te callas aunque algo te moleste. Puede parecer pacífico, pero a la larga genera frustración y te invisibiliza.
- Agresivo: Aquí todo es “yo, yo, yo”, se imponen ideas y cuesta escuchar. El resultado: discusiones, tensión y poco avance real.
- Pasivo-agresivo: Dices “sí”, pero tu tono, postura o actos cuentan otra historia. No es fácil de detectar y suele complicar el trabajo en equipo.
Comparativa rápida
| Estilo | Síntomas | Impacto en el equipo |
|---|---|---|
| Asertivo | Expresas tu opinión, escuchas, buscas acuerdo | Ambiente abierto, equipo motivado |
| Pasivo | Te guardas lo que piensas, evitas conflictos | Falta de iniciativas, frustración silenciosa |
| Agresivo | Impones tus ideas, puedes levantar la voz | Roces, desgaste, bloqueos |
| Pasivo-agresivo | Aparentas estar de acuerdo, pero actúas distinto | Confusión, clima raro, desconfianza |
¿Reconoces alguno en tu oficina? ¡Seguro que sí! Lo interesante es que podemos aprender a jugar más en el modo asertivo, sin miedo y respetando a todos.
¿Formal o informal? El contexto manda
No es lo mismo hablar con tu jefe que chatear con tu colega del alma… Ni mandar una propuesta a un cliente, que pedir una pizza por WhatsApp. Por eso, distinguir entre comunicación formal e informal es otra de las elementos de la comunicación más importantes.
- Formal: Cuidada, estructurada, lenguaje neutro o técnico si toca, mucha cortesía. Ideal para presentaciones, reportes, correos a jefes, entrevistas, o comunicaciones corporativas[2][3].
- Informal: Más cercana, espontánea, incluso con emojis o algo de humor. Perfecta para el chat de equipo, una charla para resolver fallos o crear confianza.
Aquí va una anécdota rápida: Clara, la becaria de RRHH, empezó mandando memes en el email grupal… Todo bien entre compañeros, pero a los directivos no les hizo gracia. Tocó explicarle que, aunque todos sean simpáticos, hay barreras que no se cruzan en el entorno formal.
El truco: adaptar el canal y el tono según la situación, sin perder tu autenticidad.
Caminos que suben, bajan y cruzan: tipos según dirección
Te cuento un pequeño secreto de las empresas que funcionan bien: la información no es solo de arriba a abajo, es un flujo vivo, como el de una conversación real. Hay comunicación ascendente (del empleado al jefe), descendente (del jefe al empleado) y horizontal (entre colegas)[2][3].
- Ascendente: Sugerencias, feedback, dudas de los empleados. Aquí, ser claro y directo—pero con respeto—marca la diferencia.
- Descendente: Cuando los líderes informan, motivan o delegan. Va de ellos al equipo. Ojo, la claridad aquí es la reina, para evitar malentendidos.
- Horizontal: La base de la colaboración. Compañeros que comparten información, solucionan líos juntos, se cubren las espaldas.
Claves para una comunicación que te impulsa
Escucha activa: el súper poder olvidado
A veces sentimos que solo se trata de hablar… Pero, ¿alguna vez tu jefe te miró con cara de que estaba en otro planeta? La escucha activa vale oro. Mirar, asentir, preguntar, resumir lo que entendiste. Así validas al otro y, fíjate, la gente empieza a confiar y a contarte más cosas importantes[4].
Empatía, validación, adaptabilidad
No todo es racional. Las emociones pesan… y mucho. Validar la emoción del otro (“entiendo que te preocupe esto”, “veo que esto te anima”) crea lazos. Saber ponerte en los zapatos ajenos es, sin más, una de las Funciones de la comunicación más potentes.
¿Cómo sabrás si tu comunicación funciona?
Sencillo: pregúntalo. Pide feedback. Observa reacciones. Adapta tu estilo, prueba decirlo de otro modo. Si una vez mandaste un correo y nadie respondió… cámbialo. Si una reunión se llenó de silencios incómodos, prueba con preguntas abiertas o ten a mano ese chiste liviano que rompe el hielo.
Pausa para un caso real
Marina, ingeniera, tenía un equipo remoto algo desconectado. Empezó a preguntar por la familia, compartía memes en los chats informales, y cuando tocaba la reunión seria, puntual, bien estructurada. El equipo se volvió mucho más colaborativo. No se trata de forzar… es encontrar tu ritmo entre lo formal e informal, directo y cercano[5].
Pequeños detalles, grandes resultados
Al final, los tipos de comunicación son como las especias de una receta: algunos platos necesitan más sal que azúcar; algunas situaciones, más seriedad que bromas; algunas personas, una pausa más larga, menos palabras, más gestos. No hay fórmulas mágicas pero sí pequeñas mejoras cada día.
¿Quieres explorar más? Sumérgete en los elementos de la comunicación. Entender qué canal usas, el contexto del mensaje, el código (palabras, gestos, emojis), y, por supuesto, practicar. Porque todo esto, como el café, mejora con el tiempo.
¿Listo para comunicar como nunca?
Te propongo algo simple: la próxima vez que hables, escribas o mandes una nota en el trabajo… pausa un segundo. Piensa: ¿qué tipo de comunicación te viene mejor aquí? ¿Qué estilo te hará avanzar? Si pruebas cosas nuevas, aunque te equivoques, estarás creciendo. Comunicar bien no es solo un plus, ¡es la clave para que tu carrera despegue, para que seas recordado o recordada como esa persona que realmente conecta!
Tómalo como un juego, experimenta, observa y escucha. Y si alguna vez dudas, vuelve aquí. Porque todos estamos aprendiendo. ¿Te animas a probar algo distinto hoy?











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